Si sabemos que el ejercicio es algo necesario en toda etapa de la vida, lo es aún más cuando llegamos a la tercera edad donde nuestra cuenta de ahorros de salud cardiovascular y masa muscular se empieza a hacer necesaria.
Si bien cualquier tipo de ejercicio será beneficioso, debemos tratar de encontrar aquel que genere los mayores niveles de adherencia en el tiempo y que maximice los beneficios para cada persona de acuerdo a sus patologías o condiciones de base, experiencia previa, estado de salud actual, etc.
“Especialmente si ya presentamos enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión se hace importante contar con una guía profesional calificada, que en Chile corresponde al kinesiólogo, que pueda planificar un programa de acuerdo a nuestras necesidades disminuyendo los riesgos de descompensación de alguna de las patologías como la osteoporosis donde pudiera generarse alguna fractura por estrés por ejemplo, o un síndrome hipertensivo si nos emocionamos mucho con la intensidad de la sesión”, indica nuestra kinesióloga Paula Grassi.
Los beneficios del ejercicio en la tercera edad también incluyen mantenimiento y en algunos casos mejora del área cognitiva en ámbitos como la memoria, coordinación, pensamiento lógico, control motor, etc lo que justifica su importancia aún cuando el paciente tenga algunos límites podemos encontrar alternativas viables que puedan hacer posible la generación de una actividad cómoda y efectiva.
Las recomendaciones internacionales indican la realización de al menos 2 sesiones de ejercicio a la semana más el cumplimiento de meta de pasos diarios establecidos según las capacidades de cada paciente, siempre con la dirección de un profesional y manteniendo las intensidades dentro de parámetros seguros y que puedan generar cambios del estado físico que mejoren la salud.
Si tienes alguna duda puedes enviarnos un mail o llamar a nuestras oficinas.